El calendario avanza y ya empezamos a oler vendimia. Es pronto, sí, pero no tanto. Las señales están ahí: el calor que aprieta, las uvas que enveran.
Estamos en esa cuenta atrás silenciosa donde todo puede pasar. Un momento delicado que define el carácter de una añada.
Este 2025 no está siendo fácil para quienes vivimos el viñedo desde dentro. Las lluvias constantes y la amenaza persistente del mildiu nos han exigido más que nunca. Ha sido un año de tratamientos intensos, de vigilancia diaria, de decisiones difíciles. Un año en el que la naturaleza nos ha recordado quién manda.
Pero también ha sido un año de resistencia. En Bodegas Amezola, seguimos cuidando cada cepa con mimo. Porque, aunque el calendario diga «verano», en agosto las uvas no descansan, y nosotros tampoco. La viña sigue trabajando, madurando, equilibrándose, y nosotros seguimos a su lado, vigilando, protegiendo, esperando el momento justo.
Vendimiar no es cuestión de fecha fija, es cuestión de instinto, de observación, de paciencia. Y sobre todo, de respeto. Solo cuando la uva esté en su punto, cuando nos diga que está lista, saldremos al campo a recoger lo que este año nos haya querido dar.
Porque al final, vendimiar es un acto de confianza: en la tierra, en la planta, y en el trabajo de todo un equipo que no baja los brazos.
Ya va quedando menos. Y pase lo que pase, llegaremos hasta el final como cada año y cada vendimia, con las mismas ganas y la misma fuerza de siempre.
¡Feliz agosto!


